Perdiéndome [Christian]

Sin haberlo pensado llegué a un callejón oscuro. Nunca había pisado aquel lugar y me sentí algo perdida. Cuando vi que no conducía a ningún sitio me dispuse a dar la vuelta. De pronto escuché un ruido extraño que me hizo retroceder y quedarme parada en el sitio. Sabía que no tenía nada que temer, pero no podía evitar ser asustadiza, siempre lo había sido y siempre lo sería.

Sentí unos pasos que parecían acercarse hacia mi. Me armé de valor y caminé en la misma dirección de la que procedía tal sonido. Miré al frente y pude distinguir una figura entre las sombras. Conforme me fuí acercando pude reconocer a un joven.

-Hola? -Dije con la voz temblorosa.

Retrocedí hacia atrás asustada por la gravedad de aquella voz. Se me pasó por la cabeza el hecho de que no tenía nada que perder, nada que no hubiera perdido ya. Decidí explotar la última gota de valor que me quedaba en el cuerpo y contesté a aquella voz.

-Qué podrías hacerme? Ya estoy muerta... -Dije tan temblorosa que resultó ridículo.

La figura salió de su escondite acercándose hacia mi. Entrecerré los ojos y reconocí a Christian. Fruncí el ceño fingiendo un gran enfado. ¿Cómo se atrevía a hacermelo pasar tan mal? Me conocía lo suficiente como para saber que odiaba esa clase de bromas.

-Christian! -Grité a modo de reproche. -No vuelvas a hacer eso o... o... -No pude evitarlo y me eché a reír tontamente.

Me quedé pensativa ante su sonrisa burlona, claro que no podía morir, eso no entraba entre las posibilidades de ninguno de los dos. A veces aquello resultaba realmente frustrante, el no tener escapatoria del mundo.
Lo miré con una sonrisita surcando mis labios.
-Bueno... Tampoco te habría matado, más que nada porque no se que haría sin ti... -Comenté sin más. -Pero... -Dije remarcando la palabra. -Puedo amargarte la existencia -Dije en tono de amenaza. -asustando a tus víctimas. -Me crucé de brazos y le saqué la lengua.

Reí al oír aquello. Christian siempre había tenido la fama de casanova, y la belleza que el ser vampiro le otorgaba, le ayudaba mucho en eso. Fruncí el ceño e hice una mueca.
-No hace falta que elija una, te espantaré ambas! Espero que no haga falta, porque morirías si te falta cualquiera de las dos.
Le saqué la lengua y me quedé pensativa.
-Por cierto no estarías buscando víctimas por aquí? -Dije echando un vistazo al callejón mientras arrugaba la nariz.