Sin rumbo fijo [Marc]

Me dirijí al bosque sin saber muy bien a donde iba. Simplemente caminé, caminé tanto que perdí la noción del tiempo, no es que el tiempo tuviera mucho sentido para mi, pero la oscuridad me seguía asustando a pesar de no tener nada que temer.
Me tumbé sobre la hierba y cerré los ojos.

El olor de la hierba húmeda colaboró para que me relajara.
Unos instantes después mi paz se quebró cuando sentí una mirada puesta en mi. Algo me inquietaba y no sabía qué era. Me giré esperando encontrar el causante. Mi intuición me llevó a mirar en lo alto de un árbol. Un joven sentado sobre una rama, no lo distinguía muy bien pero juraría que me observaba a mi.
Lo miré desde abajo con los ojos entrecerrados sin decir nada.

Pensé en preguntar a qué se debía tanto misterio o simplemente irme de allí. De pronto el joven habló. Tan pronto como escuché su voz supe que no se proponía nada malo. Lo miré dibujando una sonrisa en mis labios, sonrisa que demostraba un gran alivio por mi parte.
Sonreí con ironía ante su comentario.

-Eso pensarás tú... Yo sinembargo pienso que es un lugar perfecto. -Dije no muy convencida de mis palabras. -Siempre y cuando, claro, nadie te moleste. -Bromeé.

Off: aparentemente de carne y hueso pero no puedo tocar nada sin atravesarlo xD

Lo miré mientras levitaba hasta posar sus pies en la hierba húmeda. No me sorprendió en absoluto, nada podía sorprenderme ya.
Me incorporé sentándome a su lado mientras lo miraba divertida.

-Lily Manson. -Me presenté del mismo modo. -Por lo que veo eres de los mios. -Dije con una sonrisa.

Asentí con un suspiro. No me sentía exactamente desgraciada por ello, pero si que lo consideraba una especie de maldición. El hecho de saber que en cuanto cumpliera ese asuntillo pendiente iría a un lugar que desconocía por completo. Con tan solo pensarlo sentía escalofríos.

-No me siento del todo infeliz pero... Si que me habría gustado que las cosas hubiesen sido distintas... -Dije encojiéndome de hombros. -Pero sabes qué? Me alegra mucho encontrar a alguien como yo. Es la primera vez.

No era exactamente la primera vez que veía a otro fantasma, pero sí que era la primera en la que hablaba con uno, normalmente vagaban con tal frustración que parecía que fueran a morderte.

Dudé un segundo antes de contestar. Nunca me había gustado pensar en mi vida anterior, y sabía que hablar de mi asunto pendiente no me iba a ayudar a olvidarla.
Lo miré, y al ver la curiosidad en sus ojos me convenció. Al fin y al cabo aquello formaba parte de mi y tendría que asumirlo en algún momento.

-Es irónico pero... Lo que me ata a esta existencia es lo mismo que me llevó a la muerte. -Sonreí melancólicamente. -No descansaré en paz hasta que no logre encontrar el amor.

Noté su incomodidad ante mi respuesta. Era lógico pensar en cosas macabras cuando alguien hablaba del tópico "morir de amor". En mi caso no había sido asi. Clavé mis ojos en la profundidad de los suyos sonriendo de medio lado de forma tranquilizadora.

-Tranquilo... No me suicidé. -Dije restándole importancia a mis palabras. -Simplemente dejé de comer, de respirar... de vivir. Podría decirse que fue una enfermedad... El amor puede llegar a consumirte por dentro, dejándote en esto. -Dije extendiendo los brazos.

Suspiré con melancolía y volví a mirarlo.

-Bueno... Y cuál es tu maldición? -Pregunté con curiosidad.

Lo miré realmente sorprendida por sus palabras. Al parecer lo suyo llevaba una historia bastante más complicada y enrevesada.

-Creo que no he entendido todo. Si no te importa la pregunta... A qué te refieres con que le robó la apariencia? -Pregunté con una nota audible de curiosidad en mi voz esperando que no le molestara mi pregunta.

Asentí comprensiva ante su respuesta. Veía un gran nivel de resentimiento en sus ojos pero no terminaba de entender del todo la razón, supongo que ella no tenía la culpa de parecerse a la tal Elizabeth. Su nombre resonó en mi cabeza.

-Qué le pasó? -Dije refiriendome a Elizabeth en un tono casi inaudible, ya que me daba la sensación de que asi le restaría importancia a la pregunta.

Escuché con calma sus palabras, sintiendo en mi parte de su dolor. Podía ver en sus ojos lo mucho que debía haber sufrido en los últimos años, puede que incluso décadas.
Lo imité tumbándome a su lado y cerrando mis ojos, respire ondo.

-Pues... Me parece mucho más tranquilo que cualquier otro sitio.

No era el típico fantasma que vagaba día y noche en los cementerios, y tampoco me emocionaba el hecho de colarme en casas agenas.

-Se podría decir que esta es mi casa... -Dije en un suspiro.

Abrí un ojo soltando una pequeña risita ante su comentario.
-Lo se... -Dije con una sonrisa en mis labios.
Al verlo tumbado de costado lo imité colocándome del mismo modo. Lo observé por unos instantes. Había algo en él que me tranquilizaba, no sabía si era su rostro angelical y sereno, o el simple hecho de pensar que tenía a alguien con quien hablar después de tanto tiempo.
-Sientes ese frío? El frío que te recuerda a cada segundo que no estás en completa calma? Esa sensación... es lo que más odio de esta existencia...

Lo miré con comprensividad. El hecho de atravesar paredes y otros objetos materiales podría haber sido el sueño de cualquier ser vivo. Sinembargo para nosotros era un suplicio más, el no poder sentir el tacto del agua o de las flores.
Escuché con serenidad su pregunta y asentí. Sabía que nosotros pertenecíamos a un mundo completamente distinto al de los vivos, y que por nada del mundo debían mezclarse, por eso no podíamos rozar nada material estando en él. Pero dos seres que comparten el mismo mundo... ¿no sería lógico que sí pudieran?
Sentí un escalofrío al pensar que tal vez eso fuera posible, y lo deseé con fuerza en las milésimas de segundo que tardó su mano en posarse en mi piel.

Seguí su mano con mi mirada hasta que me tocó. Cuando sus pálidos dedos rozaron mi piel no supe cómo reaccionar. Fue como si una corriente eléctrica corriera por mi brazo, una especie de cosquilleo que por un momento me hizo pensar que volvía a estar viva. No era exactamente como tocar algo material, pero la sensación era igual de única y agradable. Era lo más parecido que había tenido al contacto humano desde mi muerte. Seguí mirando con fascinación hasta que su mano terminó su recorrido. Cuando lo escuché levanté la mirada hacia él como si saliera de alguna especie de trance.
-Yo diría fascinante... -Suspendí mi mano en el aire como hacía un rato había hecho él. -Puedo provar yo? -Dije emocionada como una niña que acaba de comprarse una piruleta que está ansiosa por provar.